El dominio insignificante
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Creo que Nueva York es una revista mal impresa.
Una revista de poesía o de cocina, o de lencería.
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Creo que los artistas que ahí anidan usan pantalones de lino.
Y cagan de alguna manera distinta a nosotros.
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Creo que San Francisco es un Tibet con starbucks.
Creo que San Francisco es un Tibet con jazz experimental.
Y con curadores de arte que gustan de comidas impronunciables.
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Creo que Lessing huele a hule, como las grandes pelotas rosas de la infancia pobre en un país tercermundista, creo que Lessing es una cama inflable.
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Seguramente Barcelona es un paquete de fotocopias selladas y acomodadas cronológicamente.
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Creo que París es un invento de algún triste poeta Peruano
(probablemente Cesár Vallejo).
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Creo, creo que París es casi tan falso como la ciudad de Guanajuato.
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(pensemos en esto: el arte contemporáneo es una convención, un acuerdo)
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Yo creo,
Creo que Berlín se ha desintegrado y sólo queda la humedad.
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Yo creo,
Que los polos se derriten y los osos se ahogan,
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Yo creo,
Que los salmones son peces insumisos de gran valor comercial
Que se sirven de maneras costosas en las inauguraciones o en recepciones
O en cenas de gente de mucha importancia en un ámbito de muy poca importancia.
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