En el arte moderno y contemporáneo son pocas las obras realmente sensuales, insinuantes y bellas. Existe una tendencia hacia lo grotesco, lo ambiguo, lo perturbado y a lo explícitamente sexual (por ejemplo la cama destendida con sangre, condones y tragos de Tracey Emin, o los coños de la artísta Zoé Léonard, partidaria del postesencialismo abyecto) dejando de lado la elegancia de la insinuación y de lo posible, pero más raro aún es ver obras sensuales, elegantes sobre mujeres creadas también por mujeres. Tamara de Lempicka es quizá la última gran artista del erotismo femenino pictórico; su obra, compuesta esencialmente por retratos de mujeres burguesas, irradia una sensualidad y una elegancia modernas; sus mujeres son trazadas con un suntuoso estilo art decó metalizado fusionado con el cubismo más suave y con elementos que nos recuerdan al periodo de realidad desborada de Picasso , esta fusión crea, en su conjunto, mujeres imponentes, exhuberantes, voluptuosas, elegantes., irreales y profundamente sexuales, sus imagenes provocan deseo, es esto lo que la hecho famosa y codiciada en numerosos países; incluso la cantante pop Madonna posee una colección de obras suyas y ha usado sus pinturas como inspiración para videoclips.
Esta artísta nacida en Polonia vivió sus ultimos años en Cuernavaca, México donde murió en 1980, tras lo cual, por petición suya, sus cenizas fueron arrojadas desde un helicoptero al cráter del mítico volcán Popocatepetl. El viernes5 de Junio de 2009 se inaugura en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, una muestra retrospectiva de la artísta.
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