domingo, 6 de diciembre de 2009

Imagen del día: "Monumento contra la guerra y el fascismo"

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retrato de Alfred Hrdlicka por Max Lautenschläger

Se dice que el poeta W.B. Yeats, viejo y enfermo en su torre, poco antes de morir, gritó sus ultimas palabras: "¡conflicto, lo que necesitamos es más conflicto!". Es cierto, en el arte como en las sociedades y en general en la vida es necesario siempre el conflicto contra la aburrida fluidez del día a día. Pienso que el arte es más digno cuando provoca conmoción, escándalo, conflicto o el más delicioso enojo popular, el arte no puede dejarnos indiferentes, no debe, su obligación es arrancarnos de nuestro estado de somnolencia cotidiana, ha de escupirnos algo de realidad y de verdad a la cara, de lo contrario se diluiría en las efímeras memorias de lo cotidiano.

Pocos artistas, en estos tiempos en los que el escándalo moderado es aceptado en el mundillo, pueden jactarse de ser unos provocadores sin caer en la grosería o en el vulgar insulto de taberna o en la broma adolescente. Uno de los últimos artistas provocadores del siglo XX era quizá Alfred Hrdlicka (en este blog ya hablamos de él aquí) quien falleció apenas ayer (5 de diciembre de 2009) a los 81 años de edad. Irónico y oscuro como era seguramente murió sonriente pues poco antes de morir logró provocar un ultimo escándalo con su exposición "Religión, carne y poder" presentada en la Catedral de San Esteban en Viena (2008) cuya pieza central era una Última Cena en la cual Jesús y sus apóstoles participaban en una salvaje orgía homosexual, otra pieza importante mostraba a Jesús crucificado, sin cabeza visible pero con un ostentoso pene erecto, al respecto de esta obra el propio artista declaró "no quiero elogiarme, pero una crucifixión mejor que esta casi no la ha hecho nadie". Desgraciadamente, o quizá mejor aun, la Última Cena de Hrdlicka nunca pudo ser expuesta debido a las protestas de grupos católicos previas a la inauguración de la muestra.

Alfred, maestro del conflicto murió lleno de la gloría que él prefería: la provocación, pues si hay algo peor que pasar desapercibido como artista, es ser aplaudido por la podredumbre conservadora. Para conmemorar a ese excelente viejo comunista aquí hablaré un poco de otra de sus "chocantes" obras: su "monumento contra la guerra y el Fascismo". Austria actualmente cuenta con decenas de memoriales y placas que conmemoran a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial (incluso hay en Austria, un memorial que recuerda la protesta de México contra el Régimen Nazi en 1938), sin embargo pocas piezas son tan potentes y significativas como la de Hrdlicka. El proyecto del monumento contra el fascismo fue encargado en 1983 al artista quien decidió el tipo de monumento y en dónde sería emplazado. La idea no fue bien recibida pues fue considerada un insulto al pueblo judío, sin embargo finalmente se logró hacer realidad en 1989 (y la parte final hasta 1991).

A simple vista parecen sólo cuatro piedras en las que se insinúan esculturas aun por concluir en medio de las cuales, directamente en el suelo, hay un montón de bronce apenas con figura humana; ese representa al pueblo Judío. Sin embargo la pieza es mucho más compleja de lo que parecería para los ojos profanos. Los simbolismos empiezan desde el lugar en donde se encuentra; el monumento se levanta en la Albertinaplaz, ubicada en una zona céntrica de la ciudad de Viena, se decidió que ese era el lugar indicado porque ahí, décadas antes de ser una limpia plaza, existía un refugio antibombas, en donde el 12 de marzo 1945, en plena guerra, al rededor de 300 austriacos se refugiaron de los ataques nazis, sin embargo un ataque aéreo enterró el refugió matando a todos los que ahí se ocultaban. La indignación popular vino después de la guerra cuando el gobierno anunció que no rescataría a los cuerpos de las víctimas, al contrario, pronto el lugar fue cubierto para construir la bella plaza Albertina: un ocultamiento avergonzado del pasado. Por eso Hrdlicka y otros decidieron que era necesario recuperar esa parte de la memoria construyendo el monumento ahí, en la plaza bajo la que aún permanecen los restos de 300 victimas del fascismo y de la guerra.

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Detalle de La puerta de la violencia

La obra está compuesta por varias piezas, la primera es "La Puerta de la violencia" compuesta por dos munumentales esculturas erigidas sobre dos bases de granito traídas directamente de un cercano campo de Concentración Nazi (el campo Matusalén).

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La puerta de la violencia

En un lado de la puerta se representan a las famélicas víctimas de la guerra, moribundas y desdeperanzadas, mientras que el otro extremo homenajea a los soldados caídos en la guerra. Cuando el visitante atraviesa la puerta se topa de frente con la siguiente pieza:

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El judío lavando la calle

"El Judío lavando la calle", una grotesca escultura de bronce que representa a un viejo judío postrado en el suelo lavando con un cepillo el piso de la plaza, su cuerpo amorfo lleva sobre él ramas espinosas, esta pieza está ahí para que los vienes nunca olviden que cuando los nazis llegaron a la ciudad obligaron a estudiantes, rabínos, catedráticos y a otros destacadas personas Judías a limpiar hincados, las calles de la Ciudad mientras los otros vieneses se arremolinaban para burlarse de ellos.

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Detalle de Orfeo entrando en el Hades

Frente al judío que lava la calle se erigen las últimas dos piezas, la primera es "Orfeo entrando en el Hades", Según el mito Griego Orfeo, tras la muerte de Eurídice, tocó tan tristemente su Lira que hizo llorar a todas las musas y a todos los Dioses quienes le recomendaron bajar al inframundo, caminar entre los horrores para salvar a su amada, el escultor liga este mito con el momento terrible en que la guerra cobró la vida de cientos de vieneses, ellos que descendieron realmente al inframundo y cuya Eurídice ,quizá también como en el mito, se desvaneció poco antes de que el sol la alumbrase por completo.
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La declaración de la independencia, grabada.

La última pieza es quizá esperanzadora: un enorme monolito sobre el cual están grabadas partes de la declaración de independencia austriaca promulgada sólo dos semanas después del bombardeo.

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El monumento ha sido vandalizado por distintos grupos.


Esta obra no es sólo sobre la guerra ni un memorial solemne es un terrible recuerdo del pasado, una provocación contra el olvido pues temerle al pasado por más desgarrador que éste haya sido es algo inaceptable, habría que tenerlo siempre presente, mirándonos a los ojos. Rescatar la memoria de los tiempos difíciles de los pueblos puede ser algo que cause polémica y conflicto, pero ya lo decía Yeats viejo gritando "¡conflico! ¡lo que necesitamos es más conflicto!". Salud pues por Alfred Hrdlicka, un inteligente provocador de la memoria que, ateo como era, espero que no descanse en paz y que su energía se disperse por la tierra hasta convertirse en otra cosa.

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Un vídeo sobre la pieza (en inglés):


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